De unas teclas, de un adiós, de una carta de amor de la que no quise guardar nada. Nada se perdió, todo se esfumó. Solo quedó Ada.
Mi perfecta imperfección, mi noroeste, mi cama sin almohada.
Mi vaso medio vacío, mi autogol, mi tráfico de madrugada.
Mi péndulo, mi amor bisiesto, mi manzana envenenada.
Mi rima asonante, mi error no forzado, mi gripe mal curada.
Mi hiato, mi simetría impar, mi sonrisa forzada.
Mi cementerio de amor, mi preludio, mi encrucijada.
Alguna vez mi todo. Hoy mi nada.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)