lunes, 17 de julio de 2006

Hola, me llamo Chipi y (aparentemente) soy un periquero.

El sábado pasado fue la fiesta de Boogie Nights en el Humboldt. El Hotel, no el Centro Comercial. Y como yo soy un chico muy farandulero, pues no podía dejar de ir. Así que mi cresta, sobreviviente hasta ayer del mini-remontaje de una obra de teatro llamada "Dios", y yo nos movilizamos hasta allá.

Cuando mi mamá me vio salir de la casa con la cresta, me dijo que por favor me afeitara eso, que me iban a tomar por drogadicto y me iban a meter burundanga en un trago, ya que iban a pensar que como tengo una cresta me meto cualquier cosa y así, aparentemente, iba a ser más fácil meterme burundanga. Cuando llegué al teleférico había bastante gente con crestas, algunos con crestas afeitadas como la mía, otros con crestas de esas que son sencillamente pelo más largo sobre pelo corto... pero crestas al fin. El hecho es que una vez arriba, en un momento en el que estaba completamente solo, recostado de una baranda, se me acerca un chamo, con una cresta no del todo parecida a la mía, me mira con cara amigable, me pone una mano en el brazo y me dice:

"Pana, ¿No conoces a nadie que venda perico por ahí?".

Ataque de risa interno, sonrisa externa.

"No pana, lo siento".

"Coño, está difícil ¿No?".

"Está difícil...".


Mi cresta original, hace unos cuantos años.